El enorme (y molesto) despliegue de seguridad para proteger al presidente electo Donald Trump en Nueva York
Como cualquier magnate de Nueva York, Donald Trump estaba acostumbrado a ir acompañado de guardaespaldas para todos lados.
Pero desde que ganó las elecciones a la presidencia de Estados Unidos, su contingente de seguridad adquirió un nivel tan complicado que está empezando a afectar el tráfico y el comercio de la famosa Quinta Avenida.
¿Cómo es el ambiente dentro del fortificado edificio?
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Dos guardias privados de seguridad con camisetas y pantalones con la marca Trump tomaban café dentro de la torre Trump una mañana de la semana pasada.
Fuera de la ventana, agentes policiales con armas de asalto semiautomáticas permanecían a lo largo de la Quinta Avenida.
"Nada me parte más de la risa que ver a un equipo de SWAT con un armamento 45 veces más pesado del que se necesitaría en Afganistán", dijo uno de los guardias, mirando por la ventana.
Su amigo asintió y dijo en tono sarcástico: "Compadre, hay que estar listo".
Los funcionarios frente al edificio formaban parte de una patrulla de seguridad supervisada por el Servicio Secreto de Estados Unidos, una fuerza de élite que protege al presidente, en coordinación con el Departamento de Policía de Nueva York y otras agencias.
Tiendas sofisticadas
Su trabajo es resguardar la torre Trump, una construcción de más de 200 metros de altura ubicada en la Quinta Avenida con calle 56, justo en el centro de Manhattan.
La torre es la residencia del presidente electo Donald Trump, pero la operación para protegerlo también está interfiriendo con una de las actividades más importantes de la ciudad: ir de compras.
La marca de artículos de lujo Gucci tiene una tienda dentro del edificio. Prada está cerca. Justo al lado está la joyería Tiffany & Co, el lugar donde paseó Audrey Hepburn cuando filmó Desayuno en Tiffany's.
Nueva York es la capital comercial del país. Y el vecindario del próximo presidente Trump es, como un fotógrafo explicó, "la zona cero del shopping".
Es un principio que el propio Trump comprende: construyó su imperio en esta parte de Nueva York. Durante su campaña presidencial, prometió que manejaría la nación como un alto ejecutivo.
En estos días, sin embargo, las "preocupaciones comerciales", como señaló el antiguo jefe de contraterrorismo del FBI Henry Brandon deben hacerse a un lado, incluso en el vecindario de Trump.
Proteger a un presidente, o al mandatario electo, siempre plantea altos riesgos. Pero Trump presenta desafíos especiales para los funcionarios policiales, y requiere de un cuidado extra.
El republicano empleó una retórica furiosa durante su campaña y habló de salir a protestar en las calles.
Esto despertó el espectro de violencia alrededor de él y de su séquito.
Además vive en Nueva York, y en una de sus calles más sofisticadas.
En el corazón de Manhattan
Las fuerzas de seguridad, un grupo que incluye a policías, los escoltas personales de Trump, agentes del Servicio Secreto, el FBI y otros, se despliegan en grandes números alrededor del edificio.
Su misión es que el presidente esté seguro y asegurarse de que los manifestantes no atraviesen las puertas de cristal de la torre.
Este nivel de seguridad, me dijo un agente del Servicio Secreto, viene con un costo: "La seguridad reforzada en Nueva York significa que los negocios se verán afectados".
En aquella mañana de la semana pasada, varios policías se pararon cerca de dos volquetas llenas de arena húmeda estacionadas en plena Quinta Avenida.
La alineación de dichos camiones hacía una barrera de protección al edificio.
El tráfico se detuvo. Solo duró un rato, pero el hecho consternó a muchos neoyorquinos.
"No puedes cerrar la Quinta Avenida", dijo Zachary Goldman, director ejecutivo del Centro de Leyes y Seguridad de la Universidad de Nueva York.
"Eso va más allá del sacrilegio. Esa zona es el corazón palpitante de la ciudad de Nueva York".
Goldman tiene razón. Y de hecho, las calles aledañas a la torre Trump se han cerrado solo por cortos periodos: cuando la caravana del presidente electo está saliendo del barrio, por ejemplo.
En estos momentos, la policía abre camino al Servicio Secreto. Y los escoltas privados se apartan para que actúen las autoridades locales y federales. ("Odian eso", me dijo un funcionario del FBI refiriéndose a los guardias privados).
Es una coreografía elaborada y su origen se remonta a mucho antes de la elección.
Campaña tensa
Como muchos neoyorquinos adinerados, Trump empleó por años a agentes de seguridad privados y guardaespaldas para que lo protegieran a él y a sus propiedades.
Estos hombres trabajaron para la Organización Trump y muchos de ellos fueron miembros de las autoridades gubernamentales.
Se encargaban de patrullar el edificio, portar armas y vigilar los alrededores de la Quinta Avenida.
Todavía continúan haciendo su trabajo: uno de ellos subió y bajó las escaleras cuando estuve allí hace unos días.
Durante la campaña, lo custodiaron mientras viajaba.
En los mítines del entonces candidato republicano operaban en una atmósfera tensa, llena de posibilidades de peligro, con amenazas que lo señalaban o que incluso lanzaba el propio Trump.
Antes de la convención republicana en julio, Trump dijo que él y sus seguidores esperaban ganar la nominación. Y si no, dijo en una entrevista con CNN: "Creo que tendrás disturbios".
Amenazas de violencia continuaron recayendo sobre Trump y su equipo de trabajo, y esto fue causa de preocupación real de las autoridades.
Por estas razones, añadieron múltiples capas de seguridad.
Y esto desencadenó en problemas para quienes trabajan en las cercanías de la torre Trump o hacen compras por la zona.
"Me estresa", dijo un portero de la torre Trump, vestido de corbata y sujetando un pañuelo para limpiar el polvo.
Conversaba con una mujer cuyas botas plateadas chasqueaban sobre el piso de mármol mientras caminaba a la cafetería Starbucks.
Esa mañana ambos tuvieron inconvenientes para llegar al trabajo por la seguridad que rodeaba el edificio.
Ella se quejó de la operación y dijo que desearía que los manifestantes dejaran a Trump en paz.
"Es una democracia", señaló. "Él ganó de manera justa y punto".
Cierto, pero esto es Nueva York: ella y otros expresarán sus opiniones en voz alta, ya sea sobre las compras, el dispositivo de seguridad o el nuevo presidente.
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